22.7.12

Prepago

Ángela está cerca de cumplir los 50 años. En menos de un mes supo de la muerte de casi una cuarta parte de ex compañeros de colegio. Diferentes causas. Antes había pensado en la muerte de manera más bien abstracta. Ahora casi puede imaginarle una cara. Piensa en sus hijas. Decide pagar un servicio funerario por adelantado para que ellas no tengan que preocuparse por eso. Una de sus hijas se le ríe y le dice paranóica. Ángela no tiene la convicción para regañarla. Cuando aún le faltan cinco cuotas para terminar de pagar su plan prepago, muere la sirvienta de la casa. Una mujer pobre y muy querida por las hijas de Ángela. Decide ceder su plan a la familia de la sirvienta como un bono extra por los servicios prestados. Un bono que la finadita no podrá disfrutar en realidad. ¿Qué le debemos a los muertos? Empieza los pagos de un nuevo plan mortuorio. Sus hijas empiezan a preocuparse por la obstinación de la madre. Una de ellas (no la misma de la risa) empieza a sospechar tendencias suicidas en su madre. Ahora se muestra más criñosa con Ángela que de costumbre. De alguna manera viejos rencores empiezan a tener menos peso en casa. Como toda madre, Ángela ha dejado traumas por montones en su descendencia sin siquiera sospecharlo. Dos días después de pagar la mitad de las cuotas, muere el padre de Ángela. Sus hermanos le proponen pagar ellos las cuotas faltantes. Acunada por su dolor, Ángela les responde que está de acuerdo. Su hija menor es la encargada de elegir el ataúd para el abuelo. En la sala funeraria Ángela piensa en todo lo que le debe a su padre. Deudas inasibles. Piensa en todo lo que le debe a sus hijas. Lágrimas polisémicas. Imagina que con la muerte se anulan las deudas. Por primera vez piensa en el suicidio como algo pragmático. Por primera vez, escoge un arma. La secretaria de la funeraria, la que le ayudó a abrir los dos planes de prepago, se le acerca sonriendo. Quiere saber cómo la están tratando.