18.11.13

Zoólogo

Había una vez un cuidador de zoológico al que no le gustaba masturbar a las jirafas. Tampoco le gustaba masturbar a las avestruces, pero lo hacía. Tenía una especial afición por estimular las partes íntimas de los ponys, pero no había forma de hacerlo masturbar a la única jirafa del parque. La jirafa aguantó cuatro años el desprecio de su cuidador, y pasó un año más decidiendo a qué altura de su cuello anudar la soga que acabaría con su existencia.

In loving memory, Chelito.