22.7.05

Perdido

Robert Smith viene y me grita desde el parlante: “I can’t find myself”. De inmediato la empatía.

Encontrarse a uno mismo. Antes de encontrar algo se debe saber lo que es: cuántas veces hemos encontrado algo que por no saber qué es lo hemos dejado pasar, desde la tapilla ganadora de la cola que no nos compramos en la calle por aguantarnos hasta llegar a la casa y tomar agua, hasta una de las amistades más interesantes por ahuevarnos a preguntarle la hora a la señorita con uniforme ejecutivo que se sentó por la mañana junto a uno en la buseta (tengo que empezar a olvidar más seguido el reloj encima del velador).

Definirse a uno mismo. Pero si no soy estático. Bueno, ese puede ser un primer paso: aestático (mientras escribo este texto Bill Gates viene y me subraya la palabrita diciéndome que para él y para Word® no existe, pero a la final es mi auto definición, no la suya, así que se puede ir a tomar por culo Sr. Gates [así putean en las traducciones españolas]). Siempre cambiante, panta rei, by this river, Brian Eno, espera veneno del agua estancada. Cuando me buscan nunca estoy, cuando me encuentran yo no soy, y Manu Chao desaparece.

Cuando me buscan nunca estoy, ¿y cuando me busco? Voy llevando encima mi meta. Si yo cambio, también cambio yo. Cambia la presa, cambia el cazador.

Antes de empezar a desarrollar su “Abaddón el exterminador”, Sabato toma las palabras de Mijail Iurevitch Lérmontov (no, no sé quién es este señor; para mayor información abra un buscador) para repetir junto a él: Es posible que mañana muera, y en la tierra no quedará nadie que me haya comprendido por completo. Unos me considerarán peor y otros mejor de lo que soy. Algunos dirán que era una buena persona; otros, que era un canalla. Pero las dos opiniones serán igualmente equivocadas.

Nadie que me haya comprendido por completo. ¿Hasta qué punto tengo yo mismo la culpa? Bueno, culpa tal vez no sea el término apropiado. Vendría a ser más bien una razón: yo mismo. Soy yo quien decide lo que muestro y lo que escondo; quien decide con quienes ser una buena persona y con quienes un canalla. Soy ambos y soy más, Hesse, sobrepasar al lobo estepario.

Los actos o sentimientos de otros como moduladores de mis sentimientos y actos. Los otros, el resto, ustedes. Espejos parlantes. Canallas buenos por todos lados. Dar y recibir. La omnipresente red social girando y fluyendo con su sonrisa abstracta de oreja a oreja (abstractas las orejas también). Justificar a los otros, apaciguar la red.

Están también mis padres, que son otra clase de otros desde que el cordón umbilical fue abolido. ¿Me comprenden ellos por completo? Lo mismo que un buen amigo, o sea, de manera incompleta. Hay quienes hablan de percepciones extrasensoriales maternas: no me consta (es que no soy madre, a lo mejor por eso). Usted señor, usted señora, ¿comprende a sus hijos por completo? Es que completo es una palabra tan grande.

Están los otros, están mis padres, estoy yo. Nadie es una isla, hasta Zaratustra descendió de la montaña. Pero estoy yo: ¿me comprendo completamente? A lo mejor -a diferencia de Smith- yo ya me encontré, y aún no me he dado cuenta. A lo mejor, Smith ya se encontró, y yo aquí escribiendo huevadas. Se lo iré a preguntar esta noche al espejo.

Y pensar que vivo conmigo mismo desde hace tantos años ya.

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