2.5.06

Diosa

Cuenta la leyenda que en una gruta del monte Neutos, en la ladera sur, vivía (a falta de un verbo más preciso) la imbele Nimbodia. Se dice que se internó en su gruta el momento en que la primera persona puso un pie sobre la isla, y que nunca más volvió a salir. La gente del lugar nunca la había visto, ya que la entrada a la gruta era visible desde la falda del monte, pero imposible de localizar una vez que los curiosos comenzaban la ascensión. Aún así todos sabían que ella estaba ahí, escondida sin esconderse, y cada quien tenía una imagen diferente y personal de su rostro innombrable.

Nimbodia deambulaba desnuda por su refugio, escuchando todas y cada una de las voces de la isla, entendiendo y guardando cada palabra que salía de los labios de sus vecinos, sin nunca juzgarlos. Ella sonreía casi todo el tiempo, con las buenas y con las malas noticias; se regodeaba tanto con las alegrías como con las desgracias de los isleños y estimaba lo mismo al embaucador que al bondadoso. A veces lloraba, claro, pero su llanto era arbitrario, mas no caprichoso.

Los ojos de Nimbodia regulaban la luz en la isla: cuando los cerraba caía la noche (nunca viceversa) y cada parpadeo era un eclipse: tampoco era que parpadeaba muy seguido. Cada vez que lloraba la lluvia se desgajaba sobre la isla, y cuando bostezaba las nubes se concentraban sobre el monte Neutos y de a poco se iban desplazando hacia el horizonte.

Se dice que una noche Nimbodia empezó a reírse estrepitosamente, tan fuerte que los cimientos del monte empezaron primero a temblar y luego a desmoronarse, pero con una cadencia tal que parecía que Neutos no se hundía, sino más bien que se agachaba lentamente. Al otro día los vecinos del lugar, atónitos, encontraron un lago donde antes se levantaba el monte que cobijaba a la diosa. Nadie supo nunca que fue lo que le causó tanta gracia a la imbele Nimbodia.


Los isleños suelen elevar plegarias a la diosa Nimbodia, aunque tienen claro de antemano que ella no hará nada a favor de sus intereses. Se cree que quien se ahoga en al lago Neutos, ubicado en el centro de la isla de Lebaniac, puede ver, como en una visión, el rostro de Nimbodia justo antes de morir, pero nadie lo ha confirmado hasta la presente fecha.

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