Cielo raso
Despiertas, y miras el cielo raso, y hay algo que no cuadra, aunque la habitación haya permanecido incólume durante la noche; tienes miedo de mirar a otro lado que no sea el cielo raso, y sabes que es estúpido tener miedo, pero saberlo no te aliviana; tampoco puedes cerrar los ojos nuevamente y pretender que no pasa nada, porque algo te lo impide, y te ríes de ti mismo, y esa risa es falsa, escuálida, ilusiva, y es recién entonces que te das cuenta que no te levantarás de la cama sin antes haber derramado mínimo un par de lágrimas.
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