21.8.06

Declaración

-Y... ¿qué has hecho en todo este tiempo que no nos hemos visto?

*Me imagino que eso no era esa-cosa-tan-importante que tenías que decirme.

-No me apures, no es tan fácil soltarlo así nomás.

*Bueno, me voy. Tienes mi número; me llamas cuan...

-Me gustas... mucho.

*...

-...

*Déjate de huevadas cabrón, ¿y desde cuándo le haces a la mariconada?

-¿Cómo así?

*Mariconada pues, si me acabas de decir que te gusto.

-¿A qué estás jugando ahora?

*No te hagas el loco, pendejo.

-Me gustas. Tú me gustas... ¿Desde cuándo se le dice maricón a un hombre que le gusta una mujer?

*Ah, ahora según tú soy una mujer, mira qué interesante.

-Putamadre, tan sólo dime que no te gusto o cualquier cosa por el estilo, pero no me salgas con estas huevadas.

*Nooo, ¿vas a llorar? ¿Y en público?

-¡Cállate!, perra.

*Y dale; me empiezas a preocupar loco, en serio. Pero ya que estamos, ¿por qué insinúas que yo tendría que ser el pasivo? Digo, si es tu fantasía hacerle a la mariconada por lo menos ten la delicadeza de ofrecer tu culo en sacrificio, porque al mío no le apetece nadita que lo desvirguen.

-Y esas tetas, ¿eh? ¿Qué me dices de esas tetas que te cuelgan tan graciosamente? ¿Me vas a salir con que me estoy imaginando un par de tetas abultándose bajo tu blusa?

*No es blusa, gil; camisa se llama. Y si quieres me la abro para que veas por ti mismo los vellos que de hecho son abundantes... jmmm, pero mejor no; de ley que eso te termina de arrechar, ¿sí o no mi amor?

-Pero qué bien hijadeputa que me saliste; y yo como gil pensando lo mejor de ti todos estos meses, y enamorándome de ti de a poquito, y no sólo por lo bonita que eres, ¿entiendes perra? Me enamoré de ti, de toda la mentira que construiste como coraza... mierda, si hasta me haces sonar como Corín Tellado, no jodas, para que ahora me salgas con ¿esto?

*Ya, fresco; cague de risa tu declaración, deberíamos salir más seguido. Avisarás cuando te consigas un machucante. ¡Joven! La cuenta por favor.

-...

*Deja nomás, ya pago yo, para que veas lo caballeroso que soy.

-Hijita de Caín.

*Me llamas... adiós.

Tres días después “*” tuvo un accidente: un automóvil rojo que iba a más de ochenta kilómetros por hora le impactó de lleno; murió al instante. Sus restos fueron cremados en concordancia con sus deseos. Según el parte policial la conductora del automóvil rojo iba escuchando reguetón el momento del accidente. “-”, al enterarse de este detalle, escribió un ensayo titulado «El reguetón, la parca y el significado de la vida: una anti-metáfora». Dicho ensayo hasta el momento ha sido traducido a siete idiomas, se ha convertido en best-seller en Portugal y Somalia, e incluso se rumora que un alto magistrado canadiense aprendió español para poder leer el ensayo en su idioma original.

0 Comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]

<< Página Principal