31.12.11

El internet en el tercer mundo

Querido diario:

Hoy me levanté temprano, la empleada madrugó a prender la aspiradora, la muy desconsiderada. Y yo que quería estar bien descansada a la hora de matarlo; voy a decirle a mi papi que la despida. Aunque cocina rico. El tigrillo que nos hizo hoy por la mañana me quitó el mal humor. La pistola la compró la Beba, pero ella no quiso involucrarse más. Tuve que inventarme una excusa para que mi mamá me deje salir de la casa antes de almuerzo. Por suerte el abuelito está enfermo y no puede hablar como para decir que no lo fui a visitar. La inútil de la Beba se olvidó de comprar las balas, y me salió que, como es un bebé, el cráneo lo tiene blandito y no costará mucho matarlo a culatazos de pistola. Me tocó explicarle que no quería mucha sangre en el asunto, pero luego me hizo caer en cuenta que con el balazo... esas cosas. No pude rebatirla. Volviendo a casa me encontré con un perrito atropellado, pobrecito, tenía la lengua afuera y una pata toda aplastada. Me miraba con unos ojazos, pero no pude ayudarlo: si me demoraba mucho mi papá me ponía castigo. Después del almuerzo ya le había perdonado todo a la empleada; ¡qué bien cocinan estas longas! A la hora de la siesta fui a la cuna de mi hermanito. Le tapé la nariz con los dedos para que se despierte; cuando empezó a llorar les dije a mis papis que me lo llevaba a mi cuarto para calmarlo y para que ellos sigan descansando. Lo acosté en mi cama y la llamé a la Beba por skype; después de colgarme dos veces aceptó acompañarme a la distancia. Por mala suerte, se cayó la conexión, maldito internet de mierda.

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