26.9.05

¿Dudar?, quizás

El fin del mundo no llegará antes de mi muerte, suponiendo a priori que no se fue ya todo a la mierda y no estoy deambulando en el sueño de un inmortal.

Uno nace, ¿qué pasó antes? ¿sin embargo se movía? ¿en serio? Así lo aseguran los escritos utilizando estas mismas letras (estas y otras, claro), pero no me consta, aunque se me tache de pretencioso por envolver en dudas la versión oficial® de los hechos. Tachar de pretencioso: más letras. ¿De qué me tacharán si alego que en mi opinión es más real un dolor de encías (no de muelas, de encías, pero esa es otra historia) que Waterloo y Yaguarcocha juntos? Tampoco se trata de negar tajantemente los cuentos contados, ni el trago de cicuta ni la fiesta donde dicen haberse conocido mis progenitores, pero tampoco se me puede pedir que acepte tan dócilmente la versión oficial®. No es mi intención fomentar la duda; es más, no encuentro tan abominable la idea de la existencia de dos o más memorias dentro de un mismo individuo; bueno, tal vez memorias no sea la palabra indicada; el punto es que bien puedo dar mi opinión de la traición de Judas y al mismo tiempo dudar del beso o de los treinta dineros o de la mismísima existencia de los implicados en la felonía.

Lo poco que sabía en mi infancia era concreto e innegable; ahora como sea se vive. Para qué no lo sé, pero a lo mejor por ahí cae una respuesta temporal.

Uno es inmortal hasta que se demuestre lo contrario. Lo que no se sabe es que tan lícito es soñar a tipos dubitativos.

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