22.9.05

Leo

En un bus de la Samanes (línea 143, disco 68) encontramos con una amiga, escrito en el respaldo de uno de los asientos, un mensaje que decía: “soy Leonardo, llamame al 095055887”, escrito con corrector líquido (liquid paper). Por joder anotamos el número y nos pusimos a barajar las posibilidades: podía ser que no haya sido el mismo Leonardo quien enviaba el desesperado grito de falta de atención sino más bien una joda de sus amigos, podía ser la venganza de un/a amante insatisfecho/a de don Leo, podía ser que Leonardo trate de hacerse el machito y el seductor para camuflar sus inseguridades, o a la final a lo mejor ni siquiera el número estuviese asignado a cliente alguno y el mensaje haya sido puesto por algún desocupado. De divagación en divagación nos cagamos de la risa y nunca marcamos el dichoso número.

No sé cuántos de ustedes se enteraron que anoche hubo un problema con la línea de Movistar, por lo que se podían hacer llamadas sin costo alguno a cualquier teléfono, incluso llamadas internacionales aunque el saldo del usuario llamador haya sido nulo. Coincidencialmente anoche estaba en el bar de mi amiga antes mencionada y nos pusimos a hacer unas llamadas libres de cargo. Revisando la lista de teléfonos del celular de ella nos encontramos con el teléfono de Leo, y nos animamos a llamarlo para salir de la duda. La siguiente trascripción de dicho diálogo no es estrictamente fiel a la original, ya que fue mi amiga quien llamó; sabrán disculpar las omisiones:

-¿Aló?

-Hola, disculpa, ¿este teléfono es de Leonardo?

-No, es mío; Leonardo es mi enamorado. ¿Quién es?

-Mira, enamorada de Leo: hace un par de semanas me encontré este número de teléfono escrito con liquid paper en el respaldo del asiento de un bus, y me quedé con la pica de indagar las razones que lo llevan a un hombre a dejar regado su número telefónico pidiendo que lo llamen.

-¡¿Que este imbécil hizo qué?!

-A mí en realidad me parece muy interesante la compleja red psico-sociológica que lo empujó a nuestro Leonardito a intentar salir de su vacío existencial en pos de una afirmación individualista producto del contacto azaroso con cualquier extraño que se digne comunicarse con él.

-¿Qué mierdas estás hablando, ¡zorra!? Ahora verá este enano hijueputa cuando lo agarre.

-Jmmm... no creo que Leonardo se ponga muy feliz cuando se entere que tiene por enamorada a una mujer insegura de sí misma que prefiere arreglar con insultos sus conflictos de comunicación en lugar de razonar una salida viable para ambos.

-¡Púdrete, asquerosa!.

En este momento, claro, la niña al otro lado de la línea colgó. Con mi amiga nos sentamos a conversar en la barra, conjeturando qué rumbo tomará en el futuro la relación de Leo. Chocamos nuestras jarras de cerveza a su salud, era lo menos que podíamos hacer.

0 Comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]

<< Página Principal