20.11.06

Fiebre

Cuando era más joven terminaba detestando los discos que escuchaba mientras estaba enfermo, principalmente de gripe que ha sido mi mal crónico. Si los volvía a escuchar pasados los síntomas, regresaba a mí un eco de aquel malestar que me había estado jodiendo hace poco. Incluso recuerdo que terminé regalando el W.F.O. de Overkill (de una etapa bastante metalera) porque simplemente no podía soportar escucharlo más, y ahora a lo lejos recuerdo la introducción de Bastard nation con un dejo de nostalgia que no hace tanto daño.

Este fin de semana la fiebre llegó a un tope de 40, y en el mini-componente daban vuelta, en orden: Calamaro, los Zeppelin, los Stones, Dylan y Marianne Faithfull, y parece que he aprendido a disociar el malestar con la banda sonora de la enfermedad. Todos los discos nuevecitos, hallazgos del último viaje a la capital; ese viaje a la capital.

Me gustaría decir que a media noche me despertó el ruido de un aleteo y encontré un árbol totalmente negro, tanto el tronco como las ramas y las hojas, erguido al pie de mi cama; y que sentados encima del árbol estaban Jonás y Bukowski tomando de una misma botella, callados, mirándome, como esperando que sea yo quien rompa el silencio, afiebrados también ellos (más a la vista que al tacto), meciéndose sobre las ramas y metiéndose hojas en la boca para escupirlas luego. Pero en realidad no pasó nada de eso; ni siquiera en sueños. Tengo que averiguar cómo lo lograba Blake.

La fiebre va amainando y menos pañuelos son necesarios para mantener una nariz presentable. Ya preparé la clase que tengo que dar mañana y al fin quedó decente el blog del CineClub. No hubo visiones esta vez; a lo mejor la próxima haya más suerte. La lucidez está en camino.

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