21.11.05

El diablo viudo y ocupado

Está en todos lados. Sobretodo en el corazón de los seres humanos, en la mente prostituta, en los rascacielos de los hombres, en el obelisco de las mujeres. Abraxas para muchos es la presencia mágica que combina el bien con el mal y muchos logran que el diablo angélico juegue a las escondidas con su propio ángel demoníaco. No pretendo hacer una mini biografía del diablo ni intento apologizar lo satánico de nuestro ser. Los ejercicios literarios periodísticos están acostumbrados a sopesar el tiempo limitado y es mejor trascender que exigir explicaciones.

El diablo no se esconde, en otras palabras, hay un pecador constante en la lengua y el pensamiento, ¡un diablo trabajando! Blake dijo que “prefiere un infierno con Cristo que un cielo sin él”; quizás entendió que la moral sexual de Jesús está sintetizada en la frase “el que esté libre de pecado que arroje la primera piedra”, pero otros prefieren mantenerlo ocupado porque su incapacidad para amar les hace decir: “Soy el vicio, un viudo que conoce la prolongación de un amor fracasado; no se, ni quiero, ni puedo amar”.

Miguel Bosé en Sofistikatz y Yo cuenta no literalmente la siguiente anécdota: Un tipo se encontró un diablo a la venta en un almacén de antigüedades; tras pagar una suma sorprendente y con la amenaza y advertencia del dependiente de que trate de mantener al diablo ocupado o aténgase a las consecuencias, se lo llevó a su casa. Los servicios que el diablo le brindaba eran increíbles, efectivos; rápidamente se ganó su total confianza; le quedaba tiempo para descansar y facilitaba las cosas: pintar, arreglar, limpiar la casa, ocuparse de los niños, pagar los impuestos, arreglar los autos, el supermercado, etc. Era el genio de la botella maldita que trabajaba sin cesar de lunes a domingo, casi las 24 horas. Así pasaron meses hasta que un día el dueño del diablo decidió darle una tregua y se escapó con su mujer a un salón de baile. Regresaron tarde; cuando abrieron la puerta del hogar vieron al diablo trepado en la mesa del comedor, comiéndose la pierna de la niña, que en una pequeña parrilla se asaba sin clemencia ni piedad. Les advirtieron: “No le dejes desocupado al diablo”. He ahí las consecuencias.

Esta metáfora tiene múltiples interpretaciones. En la pobreza está la semilla de muchas de las maldades más bellacas y en la injusticia se miran los corazones y no las caras. No hay diablos ociosos, se concluye que todos están en plena actividad. He hablado únicamente con los diablos que viven en esta ciudad, he conversado con los diablos que viven en usted. Somos nosotros con nuestro trajín de pobres diablos los que convivimos con los súper diablos que creyéndose ángeles, trotan hacia el éxito sin tropezar con ningún mendigo; son las crónicas de esta última temporada en el Infierno de Ibarra 2005. Vade Retro Satán…!

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