27.1.13

Atentamente

La primera vez que te vi con otro la excitación fue más fuerte que el dolor. Ese día decidí que dejaría de serte infiel. Pero quería que sigas con tus aventuras. Te di todas las excusas falsas que necesitabas para que no te sientas tan mal. Me gustó que cambiaras de amante cada mes. Aunque me encariñé con el cuarto. Con él tal vez vivimos nuestra época más feliz. Pero no podía pedirte que lo mantuvieras. No te pido nada. Si te quedas aquí conmigo es por tu cuenta. Sobre todo ahora que ya sabes que lo sé. Y que sabes que no quiero pedirte que cambies. Nunca cambies.

13.1.13

Volver

Uno no se puede suicidar en cualquier lado. No es tan simple. Es el lugar en que te-despides-de-todo del que estamos hablando. De niño mi abuelo me dijo que uno tiene que regresar a su tierra para matarse. Y si me preguntan, tiene razón. Él no se mató, ni siquiera murió en su tierra, pero igual le doy la razón. Estuve junto a mi abuelo en su lecho de muerte, recordando sus lecciones. La mayoría de ellas inútiles, si me preguntan. Pero sin nada que reclamarle. Ahora, de regreso a mi tierra, que no es la tierra de mi abuelo, lo recuerdo. No espero encontrarlo. Lo ideal en realidad sería no encontrarme con nadie. Mi tierra sin mi gente. Pero no podemos evitar a la gente. Están en todo lado. La gran plaga. Me despediría de mi gente, pero no lo entenderían. Más que despedirme, voy a saludarlos. Saludarlos antes de partir. El orden de los factores. Volver a las calles en las que aprendí a caminar para dejar de hacerlo. Dejar de caminar. Dejar de hablar. Dejar de joder. Volver al silencio. Volver.