20.2.06

Cerrado por mantenimiento

Hay columpios y columpios. Una horca es un columpio, a su manera; esto podría ser una metáfora, o un mal chiste simplemente. Un columpio puede romperse, ya sea que esté vacío u ocupado con un usuario; el usuario también podría romperse, y si es desechable pueden pasar meses, o incluso años, antes de que alguien se digne a recoger los pedazos. Este columpio presenta fisuras en su estructura, por lo que será cerrado al público temporalmente.

Mi línea favorita en boca de Paul en Last tango in Paris es: «That is your happiness, and my ha-penis» (intraducible, por cierto). En uno de sus cuentos, Bukowski señaló que «el problema principal del suicidio es la idea de que podría ser el comienzo de algo peor». En Débora, Pablo Palacio nos advierte que «así, los filósofos e historiadores, y literatos, cuya labor festoneada, en numerosos semicírculos, trabajan en su línea recta, a base de los vértices de esos semicírculos que se cortan, trazan el arco inútil de la vida fuera de su obra y aíslan cada punto aprovechable que después formará, en unión de los demás, el rosario que tiene por alma el hilo del sentido común». Y claro, Robert Smith me sigue espetando desde el parlante: «I can’t find myself».

Al principio tenía una casa de citas. ¿Alguno de ustedes la recuerda? Es decir, cuando recién llegué a esto de los blogs, empecé con una página donde iba recopilando fragmentos de diversos textos que de una u otra manera me decían algo; fue después que armé este columpio con textos propios. Ahora, mientras el columpio está en etapa de mantenimiento, volveré a colgar textos plagiados en la otra página. (No debo olvidar tomar una Neupax diaria a la hora del desayuno). La página ha sido rebautizada; ahora se llama
Nimbodia: penniger. Nimbodia es una antigua diosa de la isla de Lebaniac; algún día me inventaré su historia y se las contaré.

Un hierofante se balanceaba sobre la tela de una araña etcétera.

La falta de ganas de vivir no basta para tener ganas de morir. Esto lo dijo Houellebecq.


Como diría William Blake: «The man who never alters his opinion is like standing water, and breeds reptiles of the mind».

13.2.06

Colirio

Si al hacer la señal de la cruz encima de un libro empieza a salir humo del inodoro del baño de visitas, ¿significa esto acaso que al fin dejan de importar todas las respuestas que nos han sido negadas?; ¿o será más bien que el colirio ya había caducado?

6.2.06

Coma

De un tiempo acá siempre que viajo -ya sea por aire o por tierra, en bus o en un carro más pequeño, en carretera o dentro de la ciudad- fantaseo con que, al fin, seré partícipe de un gran accidente. En mis fantasías a veces muero; otras veces, soy parte de los sobrevivientes: ambas perspectivas me seducen. Recuerdo que siempre que viajaba con ustedes de pequeño mi mamá nos hacía rezar a mí y a mi hermano para que nada malo nos pasase, y nunca nada malo nos pasó; ahora ya no rezo, y los resultados permanecen inmutables. ¿Y si rezase ahora para al fin poder accidentarme? Lo descarto de antemano por inútil. Pero bueno, lo que para mí era sólo una insana fantasía fue para ti algo real; y hete aquí ahora, postrado ya más de un mes en esta cama, teniendo a todos los demás a la expectativa. Escucho a cada rato y por todas partes la palabra “esperanza”, como si esa puta de vestido verde pudiese ser algo más que un fantasma.

Cada tarde que paso ahora contigo te hablo. Los doctores dicen que tú me escuchas y que te hace bien; lo mismo dicen los doctores en Hable con ella y en La vie rêvée des anges (contigo vimos la primera, y la segunda no la quisiste ver porque estaba subtitulada), pero yo no se si me escuchas, y poco me importa, si es que me lo preguntas. Lo que sí se es que nunca antes había hablado tanto en tu presencia; y no, esto no es un melodramático arrepentimiento de un mal hijo. Tú y yo somos diferentes, y nuestros gustos coinciden en muy pocos puntos: eso es todo. No eres (¿fuiste?) un mal padre; a lo mejor eso te sirve de consuelo. ¿Necesitas consuelo?

No se si llegues a despertar algún día y leas esta carta. La realidad es tan irreal a veces. Hablando de irrealidad, nunca te conté mi sueño recurrente; de todos modos no creo que los sueños signifiquen algo y todas esas notas, por eso nunca te lo comenté; pero admito que siempre me pareció raro que haya soñado esto más de una vez y que lo haya recordado con tanta claridad al despertar, cosa más bien rara en mí. El meollo del asunto es que, en mi sueño, tú pides ser sepultado, vivo, como si fuera lo más natural del mundo, y claro, todo el mundo pone el grito en el cielo y al final yo sólo me encargo de todos los preparativos; ya en el cementerio bajo contigo a la fosa y nos sentamos y nos ponemos a conversar y todo está bien y vemos como van colocando las losas allá arriba y nos importa un carajo y seguimos conversando de largo. No recuerdo cuántas veces he soñado esto, tal vez unas cinco veces, pero nunca logro recordar de qué es que conversamos en aquel sepulcro.

Alicia Sofía: así se llama la nieta que nunca te voy a dar. Me hice la vasectomía como tres meses antes de tu accidente, y nunca hallé el momento de decírtelo. Ahora lo sabes (creo), y a lo mejor ya ni importa. Alicia era por la pequeña heroína de Carroll; Sofía, por una prostituta veneciana. Hace un par de años deseaba que mi primer bebé sea una nenita; tú sabes, las leyendas aquellas de que las niñas son más pegadas al papá y viceversa. Nunca pensé en un nombre para un hipotético niño. Pero ya ves, la niña ya no vendrá y no se sentará en tu regazo y no alborotará tu cana cabellera. Egoísta de mi parte, claro. El doctor me dijo que después de la operación aún había que esperar unas cuarenta eyaculaciones para tener la certeza de que ya no quedaban espermatozoides retozando por mis genitales; ya sólo faltan siete. Pero tú tranquilo: aún tienes otros dos retoños que perpetúen la carga genética de la familia.

Beware the Jabberwock, my son!
The jaws that bite, the claws that catch!
Beware the jubjub bird, and shun
The frumious bandersnatch!
Esta carta hubiese sido totalmente diferente si te la hubiese escrito hace un año, y eso no creo que sea ni bueno ni malo. ¿Importa esta carta en realidad? ¿Importa que despiertes o no? Si despiertas nos volveremos a acomodar entre nosotros; si no despiertas también, y luego de unos años también moriremos. ¿Despertarás, papá? ¿Me llegarás a contar algún día por qué me procreaste? A tus razones particulares, íntimas es que me refiero. Estoy cansado y no entiendo gran cosa de qué mismo es que estamos haciendo acá arriba (o acá abajo, como prefieras). A lo mejor si no despiertas bajaré contigo a tu tumba, ¿me hablarás entonces? No me resiento si prefieres ignorarme, en serio.

Todo lo aquí escrito, entre otras cosas, te lo he contado al oído en estas tardes de párpados cerrados. Te lo dejo por escrito por si acaso algún día despiertes y no me encuentres a tu lado. Tu hijo que te quiere etcétera.