25.9.06

Publicidad apática # 21

EL ANTES

Este jueves 21, a las 21h00 (hora de Ecuador), un especial de música de películas: Grand Cafe, en Radio04. Está bien que vaya sin tilde. Gracias por la atención prestada.

EL DESPUÉS

El programa se grabó. El programa salió al aire. El programa está colgado en la web hasta el fin de los tiempos, o algo por el estilo. Es cierto que hay unas partes que no se entiende bien qué mismo es que se habla, así que a continuación se enumera la lista de canciones aparecidas indicando la Película donde sale, el Director de la misma, el nombre de la Canción y su respectivo Intérprete (o compositor, en un par de casos). Si alguien quiere alguna de las canciones simplemente deje su mail que se la haremos llegar.


Aquí se podrá encontrar el programa íntegro dividido en cuatro partes:


Primera parte


Cortinas


P: Apocalypse now

D: Francis Ford Coppola

C: La cabalgata de las valquirias

I: Wagner


P: Stealing beauty

D: Bernardo Bertolucci

C: Glory box

I: Portishead


Lista


P: Fight club

D: David Fincher

C: Where is my mind?

I: Pixies


P: The Rocky Horror picture show

D: Jim Sharman

C: Sweet transvestite

I: Tim Curry


P: Reservoir dogs

D: Quentin Tarantino

C: Little green bag

I: The George Baker selection


P: La stanza del figlio

D: Nanni Moretti

C: By this river

I: Brian Eno


Segunda parte


Cortinas


P: A clockwork orange

D: Stanley Kubrick

C: Singing in the rain

I: Gene Kelly


P: Being John Malkovich

D: Spike Jonze

C: Amphibian

I: Björk


Lista


P: Amores perros

D: Alejandro González Iñárritu

C: Lucha de gigantes

I: Nacha Pop


P: Airbag

D: Juanma Bajo Ulloa

C: Soy rebelde

I: Albert Pla


P: School of rock

D: Richard Linklater

C: Immigrant song

I: Led Zeppelin


P: Blue velvet

D: David Lynch

C: In dreams

I: Roy Orbison


Tercera parte


Cortinas


P: The exorcist

D: William Friedkin

C: Tubular bells

I: Mike Oldfield


P: Chicken little

D: Mark Dindal

C: It’s the end of the world as we know it

I: R. E. M.


Lista


P: Trainspotting

D: Danny Boyle

C: Sing

I: Blur


P: Son frère

D: Patrice Chéreau

C: Sleep

I: Marianne Faithful


P: Pulp fiction

D: Quentin Tarantino

C: Girl, you’ll be a woman soon

I: Urge overkill


P: Adaptation

D: Spike Jonze

C: Happy together

I: The Turtles


Cuarta parte


Cortinas


P: Chicken little

D: Mark Dindal

C: It’s the end of the world as we know it

I: R. E. M.


P: The Doors

D: Oliver Stone

C: O fortuna

I: Carl Orff


P: Apocalypse now

D: Francis Ford Coppola

C: The end

I: The Doors


Lista


P: Magnolia

D: Paul Thomas Anderson

C: Save me

I: Aimee Mann


P: The dreamers

D: Bernardo Bertolucci

C: Hey Joe

I: Michael Pitt


P: Romeo + Juliet

D: Baz Luhrmann

C: Exit music (for a film)

I: Radiohead

Y, como última recomendación (ya que nos embalamos con esto de los links), en esta página encontrarán versiones de Fight club, The exorcist, Pulp fiction, Reservoir dogs y The Rocky Horror picture show (entre otras películas no incluídas en el especial este de bandas sonoras) actuadas por conejos en treinta segundos. Disfrutad.

18.9.06

Inmortal

Llegan y buscan una mesa lo más alejada de la ventana; él mueve la silla y ella agradece mentalmente el detallito. Ninguno de los dos intuye que el otro no tiene hambre, pero ahí están ahora, sentados en un restaurante haciendo sus respectivos pedidos. El mesero se llama Billy, pero eso no importa en realidad.

Ella hace dibujitos en una servilleta con la punta del cuchillo, dibujos que apenas se adivinan, casi invisibles. Al fin se ha decidido a dejar la casa de su padre y su nerviosismo es más notorio que los dibujitos de la servilleta. Se lo queda mirando y cree adivinar cariño y apoyo frente a ella, aunque su semblante se muestre un poco más serio de lo usual.

Lo único que pudo sacar de casa fue tres pantalones, dos faldas, unas siete blusas y la ropa interior que pudo abarcar en un puñado a dos manos; todo esto metido en la maleta que fue de su madre y que fue justamente la que se utilizó para llevarla en su último viaje al hospital, hace tres años ya. Ahora la maleta descansa, húmeda, en el maletero del carro de él.

Su cabello también está húmedo. Tuvo que esperar a que él llegara al punto de encuentro por más de quince minutos, parada bajo la ligera garúa que se desgranaba sobre su –ahora- antiguo barrio. Mientras corría creyó que su padre saldría a perseguirla, pero no; el viejo llegó solamente hasta el umbral de la puerta principal, con un periódico en la mano y sendos mocos que le llegaban hasta la boca por el llanto.

Todo pasó muy rápido, planificado apenas en una conversación telefónica que no sobrepasó los cinco minutos. La idea era algo antigua, pero al parecer ninguno de los dos se la había tomado del todo en serio. Ahora, mientras esperaban sus respectivos platos, no tenían ni idea de donde pasar la noche. ¿En la casa de él? Ni pensarlo.

En la sexta cucharada que el tipo se lleva de sopa a la boca, se le clava una espina en la encía, y suelta el consabido «putamadre» mirándola ahí al frente, a los ojos. Ella, toda confundida como está, se asusta, y se convence de que el insulto le fue dedicado sin saber por qué. Él ni cuenta se da de lo que está pasando por la cabeza de su noviecita, y se la queda viendo fijo, algo turbado, cabreado por la espina.

Cosa más bien rara: no hay música. El mesero estaba arrimado a la barra cunado vio que la señorita se levantaba, toda llanto, y corría hacia la puerta de salida. Estuvo tentado de salir persiguiéndola, cuando sus ojos se cruzaron con la mirada ida, alelada del tipo que se quedó sentado en la mesa, frente a dos platos de sopa casi llenos. No entendió nada, lo cual no era extraño en realidad, y se quedó donde estaba.

Una vez afuera se sentó en la vereda; no tenía fuerzas para nada, menos que todo para seguir corriendo, huyendo. Hipaba. En eso vio una rata caminando por el filo de la acera; una rata con una cola bien cortita, como si algo o alguien se la hubiese cortado. La rata iba lenta, sin cojear, sin apuro, olisqueando los papeles acumulados en la calle, junto a la acera. En su cabeza (no en la del animalito) anidó la idea de que aquella rata era inmortal, y que el camino que ha recorrido para pasar por ahí, a su lado, ha sido infinito.

Si ella ha huido corriendo, él no tiene la mínima idea de dónde ir a buscarla; pero ella no ha huido corriendo. Él sale luego de cancelar la cuenta y la encuentra arrimada al carro, con los ojos irritados por el llanto, pero con una hermosísima sonrisa en sus labios. No sabe qué decir, no sabe qué mismo es que está sintiendo en ese rato, pero sabe que tiene unas ganas inmensas de abrazarla. Mientras camina hacia ella ve una rata muerta encima del maletero.

11.9.06

Cielo raso

Despiertas, y miras el cielo raso, y hay algo que no cuadra, aunque la habitación haya permanecido incólume durante la noche; tienes miedo de mirar a otro lado que no sea el cielo raso, y sabes que es estúpido tener miedo, pero saberlo no te aliviana; tampoco puedes cerrar los ojos nuevamente y pretender que no pasa nada, porque algo te lo impide, y te ríes de ti mismo, y esa risa es falsa, escuálida, ilusiva, y es recién entonces que te das cuenta que no te levantarás de la cama sin antes haber derramado mínimo un par de lágrimas.

4.9.06

Panes

La mamá de Pepito le pide que vaya a la panadería y compre cinco panes de dulce y dos de sal, así que el niño se mete el dinero en el bolsillo y sale rumbo a la panadería. Mientras cruza el parque ve una multitud rodeando a un viejito que, sin gritar, se deja escuchar por todos, y esto es lo que dice:

«Todas las corrientes filosóficas, desde aquellas perfectamente etiquetadas hasta las mescolanzas que cada uno toma como filosofía personal, son los tablones de un barco, simbólico como el arca de Noe y de dimensiones pantagruélicas, que nunca zarpa y que ha estado amarrado al puerto desde que el primer hombre tuvo esa cosa que llamamos conciencia.

»Todos nosotros, de manera consciente o inconsciente, hemos ayudado a construir este barco, ya sea con tablones, o con clavos, pintura, claraboyas, adornitos por aquí y por allá. Claro, cada cierto tiempo viene alguien y destruye algunos tablones para reemplazarlos por otros; eso no importa mucho, porque el barco a lo mucho se mece, pero no se desplaza a ningún lado.

»Las amarras de este inmenso barco estacionario están enmohecidas, y aunque son fuertes llegará el día en que se rompan lo queramos o no. Ustedes pueden esperar hasta que las amarras se rompan solas, o hasta que aparezca aquel con la fuerza suficiente para desatar y pilotear el barco, pero yo les recomiendo que agarren su tablón y se larguen nadando. No les aseguro que volverán a pisar tierra firme, pero en verdad os digo...»

En este momento dos hombres y una mujer vestidos con sendas túnicas blancas se abren paso entre la multitud, amordazan al viejito, ponen una venda sobre sus ojos, amarran sus manos por la espalda y se lo llevan en una vieja carroza tirada por dos caballos. Nadie reclama. Pepito termina de cruzar el parque, entra a la panadería y pide a la dependienta cinco panes de sal y dos de dulce. Al regresar a casa su madre se da cuenta del error del niño y lo manda a la cama sin merendar para que aprenda a no ser tan despistado.